El pasado 10 de junio regresó a la HBO la serie de vampiros por excelencia, True Blood, y lo hizo con 5,2 millones de espectadores. Excelente
dato de audiencia y que supera al estreno de Game Of Thrones.
Esta 5ª temporada es la última de Alan Ball como showrunner de
la serie. El creador de Six Feet Under, dejará la ficción en
manos de los guionistas para centrarse en su nueva serie para Cinemax (Filial de la HBO), Banshee.
La serie de vampiros ha vuelto sin ningún tipo de
pretensión y ha maximizado los puntos que han caracterizado las últimas
temporadas. Es decir, la combinación de sexo, violencia, caos y ritmo
trepidante con trasfondo de culebrón. Lejos queda ya, esa 1ª temporada en la que con un ritmo más
pausado utilizaba como analogía, la lucha por la adquisición de derechos por
parte de los vampiros con la que en su día consiguió la comunidad afroamericana.
Esta reflexión y doble lectura de la trama ha ido quedando atrás para dar lugar
a un divertimento para los fans de la serie y en un torrente de acción que no
da tiempo para que el espectador se aburra.
En lo que se refiere a la trama, en este primer capítulo
se no has mostrado la situación de los protagonistas y lo único destacado ha
sido la resurrección de Tara, ahora vampira.
Algo muy previsible y no sé si indicado para un personaje que parecía no poder más
de sí. Lo más interesante de esta temporada parece que está por venir. Primero,
la reaparición de Russell Edington y su venganza, y segundo la incorporación de Peter Mensah (Doctore en Spartacus),
del cual tengo ganas de ver qué papel jugará su personaje en la trama.
True
Blood sigue el camino de Spartacus
y se ha transformado en una serie para el divertimento y disfrute del
espectador sin ninguna otra pretensión. De todas formas la serie sigue
funcionando y durante otro año, sin saber porque, sigue enganchando.
Es la última temporada, true blood temporada 7 estará muy emocionante, no se la pueden perder
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